Los perros nunca se marchan.
Están
al acecho.
Cuidándote.
Si
estiras la mano
encontrarás
sus sombras.
Y
siempre ladran en tus adentros.
Los perros nunca se marchan.
Están
al acecho.
Cuidándote.
Si
estiras la mano
encontrarás
sus sombras.
Y
siempre ladran en tus adentros.
El escenario del mar,
un atrezo de rocas y de arena,
y algún ser vivo
que respira en la playa
aprendiendo en silencio
de todas las huellas
que va borrando el agua
cada vez que regresa a la orilla,
sin alardes y sin filosofías,
siguiendo los designios de la luna
y el rumor de un océano
que calla más de lo que sabe
sobre la música incesante de la vida.
Estamos tú y yo juntos
en todas las ciudades,
caminando en silencio
por los contornos del tiempo,
en una acera lejana
de una ciudad nevada,
en una avenida
incendiada por el sol,
mirando hacia delante
sin saber todavía
que siempre se regresa,
que tú te quedas
y que yo vuelvo
a las mismas casas,
a los mismos hoteles,
uniendo los mismos pasos,
como si la vida fuera interminable
en todos los lugares
por los que un día pasaste.
Zatopek
fue un corredor de fondo,
para
muchos el más grande.
Yo
corría contigo por los campos.
Recuerdo
la última carrera,
casi
a punto de desfallecer,
me
miraste con una sonrisa
y me
dijiste que me tomara mi tiempo.
Apenas
tenía fuerzas
y
milagrosamente me vi subiendo
unas
cuestas interminables.
Ahora
estoy igual que entonces,
y
vuelvo a reconocer tu sonrisa
y el
eco de tu voz inolvidable:
“Tómate
tu tiempo y sigue corriendo”.
Poema incluido en Té Matcha. Ediciones La Palma 2020.
El lagarto de papada azul
me mira mientras escribo
la palabra saurio,
se queda quieto, inmóvil,
como si se detuviera
en una esquina del tiempo.
No conoce el trazo de mis letras,
pero sí la sombra de mi mano,
el reflejo de la noche
y esta sutil,
casi efímera presencia,
entre las palmeras y el viento
que hace temblar
las flores de la jacaranda.
Los vi cogidos de la mano
solo unos segundos
cruzando
una calle
en
una ciudad desconocida
entre
Lodz y Katovice,
no
tenían más de veinte años.
Ella
era rubia, muy guapa,
y él tenía
un cuerpo de atleta.
Tampoco
sabré nunca sus nombres,
ni si seguirán andando juntos de la
mano
en
alguna otra ciudad de paso.
Este poema forma parte de Tránsito de sueños, que será publicado por Ediciones La Discreta en 2021.
Iré yo solo cualquier día de estos,
subiré a un avión
y me quedaré en un hotel
con vistas al Sena.
Callejearé por los bulevares
cerrando mi mano
para sentirte cerca,
o extendiendo
disimuladamente mi brazo,
como si te abrazara.
Me acercaré
a la rue des Jeuneurs
y pediré la tarta de mil crepes
de Té Matcha
que queríamos compartir
en aquel viaje
que planeábamos juntos
sin tener en cuenta a la muerte.