Nuestras primeras fotos aún eran en blanco y negro.
Somos como imágenes perdidas en otro tiempo.
A lo mejor ni siquiera fuimos niños.
El color llegó cuando cumplimos cuatro o cinco años.
Pero esas fotografías luminosas siempre nos parecen irreales.
Nosotros solo somos sombras de un pasado mucho más lejano.
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