Le robaba el perfume de Chanel a su madre
para no parecer una adolescente,
y ahora, después de tanto tiempo,
no queda más que el océano de su ropa,
aquel olor a lluvia y a azotea
que encontraba siempre en sus abrazos.
Los dos tratábamos de parecer mayores
para luego besarnos como en las películas.
Yo también le robaba la colonia a mi padre,
pero espero que en su recuerdo
me confunda con el olor de las noches de verano.
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