Todos los barcos están fondeados.
Un pueblo pesquero, la quietud de la tarde,
todo es sereno, armonioso,
pero tienes que saber que es mutable,
que los barcos nunca están quietos
y que el mar jamás se detiene en ninguna parte.
Si ahora respiras hondo y no piensas en nada,
si eres realmente feliz,
es porque has sabido salvarte de muchos naufragios.
Y siempre es así, por eso no dejas escapar ni un solo paso,
ni te pierdes ningún matiz de ese cielo ya encarnado
cuando baja la marea y atardece lentamente,
como para que aprendas por fin a ser eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario