El pasado es letra reseca,
agrietada, herida
por el sol
y la intemperie.
Relees y corriges,
y reescribes,
pero eso es solo ficción,
o fantasía,
como decían antes las maestras,
una vida tuya que no tuviste,
las palabras que hubieras compartido,
los domingos con amores eternos
dejando mojar los pies
en todas las orillas.
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