Iré yo solo cualquier día de estos,
subiré a un avión
y me quedaré en un hotel
con vistas al Sena.
Callejearé por los bulevares
cerrando mi mano
para sentirte cerca,
o extendiendo
disimuladamente mi brazo,
como si te abrazara.
Me acercaré
a la rue des Jeuneurs
y pediré la tarta de mil crepes
de Té Matcha
que queríamos compartir
en aquel viaje
que planeábamos juntos
sin tener en cuenta a la muerte.
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